Por su linaje lleva el arte en las venas, pero es una combinación de energía y pasión por los medios audiovisuales lo que sin duda lo define. Y es que desde que tenía diez tiernos años, mientras otros niños se preocupaban por recoger álbumes de figuritas, Bruno estuvo metido en un estudio de filmación.
Imagina a un pequeño director, con su gorra y megáfono gritando: «¡Acción!». Bueno, no fue así literalmente, pero estaba en el camino correcto...
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