Mark Baker es un escritor de viajes freelance con debilidad por las historias diferentes y los lugares olvidados. Nació en Estados Unidos pero ha hecho de Praga su ciudad de adopción. Ahora escribe principalmente guías sobre Europa del Este y central para Lonely Planet y para otras importantes editoriales, pero lo que más le gusta es sacar a la luz historias sobre lugares remotos o demasiado singulares para las guías. También colabora con publicaciones como Wall Street Journal y National Geographic Traveler. Antes de convertirse en escritor, trabajó como periodista para The Economist, Bloomberg News y Radio Free Europe, entre otros. Actualmente, cuando no viaja, enseña historia centroeuropea y periodismo en la Anglo-American University de Praga o se pierde con su bicicleta. Tiene un máster en Asuntos Internacionales de la Columbia University de Nueva York. Se le puede seguir en Twitter e Instragram: @markbakerprague
La compañera de viaje perfecta para un viaje a la costa este de Estados Unidos
En un mundo cada vez más globalizado, no deja de resultar fascinante el hecho de poder encontrar tantos reductos de cultura únicos entre los 29 estados que conforman la costa este de EE UU. Y, la verdad sea dicha, cada uno de ellos podría constituir un país independiente: desde el microscópico Rhode Island, con sus sensuales puertos rebosantes de yates y sus campos de polo, a Luisiana, territorio de música cajún y de humedales repletos de cocodrilos. Entre medias, saldrán al paso del viajero los montes Apalaches, lagos inmensos e incontables kilómetros de litoral tachonados de playas de arena e islas cercanas, por no hablar de sus impresionantes urbes, donde parece que uno pueda pasar de un continente a otro con solo cambiar de barrio.
En un mundo cada vez más globalizado, no deja de resultar fascinante el hecho de poder encontrar tantos reductos de cultura únicos entre los 29 estados que conforman la costa este de EE UU. Y, la verdad sea dicha, cada uno de ellos podría constituir un país independiente: desde el microscópico Rhode Island, con sus sensuales puertos rebosantes de yates y sus campos de polo, a Luisiana, territorio de música cajún y de humedales repletos de cocodrilos. Entre medias, saldrán al paso del viajero los montes Apalaches, lagos inmensos e incontables kilómetros de litoral tachonados de playas de arena e islas cercanas, por no hablar de sus impresionantes urbes, donde parece que uno pueda pasar de un continente a otro con solo cambiar de barrio.